viernes, 23 de abril de 2010

UN CIELO ROTO


Un cielo roto bajo unas gafas de hormigón. Las agujas se arrebaten como una chaqueta que no acaba de cobijar. Hoy los columpios mecen solos. Y la lluvia se decanta como una hojalata estrecha que no sabe qué arrugar. El pergamino se retuerce. La membrana se hace aullido con la liendre del que no sabe dónde escarbar. La ayuda escuece. Y la esquina es esguince en el que gritar es retozar. Hoy el mimbre se hace escala. Donde conmover los huesos entre agujeros. Los delfines no se acallan. Y las tripas se hacen canas de un tiempo sin pasar. Hoy la caricia se hace vientre si no haya casa donde rebiente. Hoy la ceniza es llama ardiendo su hogar. Y no puedo más que revestirme del intento inoportuno, de un destino siempre crudo y de un nudo en el que yermo mi corazón se hace esqueleto de ser vivo, intento tras intento. Y lo he de decir, no entiendo. Gafas de hormigón. Bajo un cielo roto. Unas lágrimas condensadas de ahogo. Un agujero que se conmueve remoto. Y un latido que si callo exploto...Hoy me doy cuenta que callado, lo he de explotar.


Llego de fiesta. Subo las escaleras mientras la luz del amanecer lo tañe todo de un azul ténue. Mientras las luces se hacen mis cómplices, por poco rato. Sólo mientras se me resista una vocal. Entre mi más tierno pesar, mi pena se mezcla con la lúgubre hora. Lo siento. Siento no poderte amar como tú me amas. Lo siento. Y con esta llama. Dejo que el sol agujeree mi manta. Taponada. Hoy sólo quiero descansar.

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