jueves, 18 de febrero de 2010

RETRATO DE BESOS


Nunca el labio había sabido tan partido. El labio ha de saberse acompañado. El de arriba el cielo. El de abajo el infierno. Y el sentido encontrado en sus comisuras. Recorrerlas. En el delirio de un aroma exhacerbado. Intenso, prieto, arrimado. Torno el groso que exhuma rebentando desde la esquina se vuelve tira para engancharse en el estómago removiendo en las tripas. Y besas. Y beso como un remolino atolondrado de tus pieles y las mías en un macrocosmos de células arremetidas en el suspiro de verse como extrañas...cae el labio y se enciende la vena resentida y se aparta la vida y se ilumina el acto y el beso se abruma juntando restos sensaciones de lo que se rompe...¿esto es nuevo? Y la lengua huye despavorida en ti en mi como queriendo arrancar como si nunca el dolor hubiera esculpido argollas en los cielos de nuestros bocas. Besos. Labios. Han de saberse acompañados. El beso dolorido y el beso apasionado. El beso dañino y hasta el beso cansado. El beso escondido y el beso acelerado. El beso encendido, el mudo, el oscuro, el tenebroso y hasta el beso robado. El beso recibido, el beso otorgado, ése que es repelido y ése que es hasta la saciedad anhelado. Bocas. Y sentidos. Porque sin sentidos, besos, no hacen más que llenar el vacio de bocas arrugadas y de labios incompletos, universos de lenguas que saben a más rotas. Y beso con la argolla el cacho y la herida vibrante y la onda que esguinza. Y arremeto contra el hueso aún sabiendo partido. Y no hago más que preguntar incesante ¿pueden los besos verse curados?...

A TUS PIES...


Quiero encontrar en el rincón más impreciso de ti una pirámide de cristales para en ella desenvolver mi alma... Allí veré tu mano caer, sobre mi cabeza, adentro, en mi corazón, dentro, un jardín sin palabras, baúles que tienen llaves y que tu mano querrá tocarlas, un laberinto de rosas, con espinas para desenroscarlas... ¿Se llama Amor? Me preguntas... Sí... Te digo entrelazada... Con tu sien... Con tu piel... Un nudo...Con tu risa un abanico de cascadas... Bien, respondo... ¿Si después que abiertas esas rosas no encontraras fondo en esos baúles, qué harías con esas llaves? Te pregunto arriesgada... A la espera de una respuesta mi sien abre su olor a flores y mi pecho su desvestido de dama...

A tus pies grandullón...

Firma:

Pequeñaja.