HAMBRIENTA DE PIEL

 

Aguantar la piel

para soltar el hambre,

la piel que nos besa

y que nos hace, renace.

La piel que orienta,

y que nos vuelca de arte.

La piel que retuerce

y que nos cunde hambre.

La piel que hambrienta

nos lleva a la calle.

La piel que se piensa y no se siente

porque perdida está

entre los cuadrados de cárceles.

La piel que presa no orbita libre

y muerta rumbea

sin reflejo y sin cauce.

La piel que ahuyenta

y que busca en otra, a otra,

el beso que no encuentra

y que huye entre prisas

y se siente ardiente

en tu boca y que no llega.

No me llegas.

Me buscas.

Tu piel, no me besa

Yo, tú, pieles

sed y hambre.

Libertad ausente.

Caricias y besos

de piel hambrienta.


No me llegas.

Me ves entre cuadrados impuestos.

Te toco a ratos

pero no te alcanzo.

Tu piel a lo lejos

es sólo un esbozo,

un retazo.

Pedacitos de mí, de ti.

Que nos quieren así.

Sólo líneas como un monte

entre esbozos a boscajarros.

Tu piel a lo lejos

es el todo de la sed

del hambre a tus abrazos.

Mientras a lo lejos te miro

sintiéndolo todo,

la rabia me retumba

a células partidas

para llegar a tu retina.


Hambrienta de piel,

muertos en vida nos quieren.

No beses,

besa.

No acaricies,

acaricia.

No sientas,

siente.

No conectes,

conecta.

De piel,

muertos de hambre nos quieren.

¡Vive,

siente,

ama!

De una que come piel.

Hambrienta.


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